Está demostrado que en el riesgo de que aparezcan o se repitan episodios de dolor de espalda, influye:
a) La forma física general. Está demostrado que los sedentarios con una mala condición física tienen mayor riesgo de padecer dolor de espalda que quiénes realizan actividad física de manera regular,aunque ésta no esté específicamente dirigida a fortalecer la musculatura de la espalda.
b) El estado de la musculatura de la espalda. El dolor es más frecuente y prolongado en quiénes tienen una musculatura débil en la espalda y los abdominales. A la inversa, el ejercicio físico específico, adaptado a las características personales, también es eficaz para disminuir el riesgo de padecer dolores de espalda.
Además de poder ser eficaz para disminuir el riesgo de que aparezca, empeore o persista el dolor, el ejercicio también es útil como tratamiento y prevención.